La dependencia de la energía atómica es hoy una realidad crítica en Catalunya. Este fenómeno, marcado por un enorme retraso en la implementación de fuentes renovables, expone tanto desafíos energéticos como ambientales que requieren atención urgente.
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Según datos recientes, la región continúa apoyándose en las centrales nucleares para garantizar el suministro eléctrico, mientras los proyectos de energía limpia se ven ralentizados por la burocracia y la falta de inversión en infraestructura renovable.
Un modelo insostenible a largo plazo
Actualmente, el 50% de la electricidad en Catalunya proviene de energía nuclear, una cifra que refleja su retraso respecto a otras comunidades autónomas, que avanzan con mayor agilidad hacia modelos más sostenibles. La región dispone de un potencial destacado para aprovechar recursos como la energía eólica y solar, pero las trabas administrativas y la falta de estrategias claras han dejado proyectos paralizados, limitando su capacidad de transición hacia un futuro más limpio.
¿Qué pasos se deben tomar?
Frente a esta situación, los expertos coinciden en que el desarrollo de las renovables es no solo una prioridad ambiental, sino también económica. Catalunya necesita agilizar procesos regulatorios, fomentar la inversión en tecnología limpia y, sobre todo, plantearse un modelo de generación descentralizada que permita a comunidades y ciudadanos participar activamente en la producción energética.
¿Qué tan lejos está Catalunya de abandonar su dependencia nuclear y avanzar hacia un modelo sostenible?
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