
Archivo: El Solidario
Mientras el mundo se enfrenta a una crisis climática sin precedentes, un informe revela que el 1% más rico de la población mundial contamina más que dos tercios de los habitantes del planeta. Uno de los símbolos más evidentes de este impacto son los megayates, embarcaciones de lujo cuyo consumo de combustible y emisiones de CO₂ están fuera de control.

Los megayates, exclusivos de la élite multimillonaria, generan una huella ecológica descomunal. Estas embarcaciones pueden consumir hasta 7.000 litros de diésel al día, emitiendo enormes cantidades de gases de efecto invernadero.
Para ponerlo en perspectiva, un solo megayate puede contaminar en un año más que miles de personas juntas. Sin regulaciones estrictas que frenen este impacto, el daño ambiental sigue aumentando sin control.
La desigualdad climática es cada vez más evidente. Mientras la mayoría de la población adopta medidas para reducir su impacto —desde usar transporte público hasta limitar el consumo de energía—, la élite económica sigue derrochando recursos sin restricciones.
Según los expertos, el estilo de vida de los más ricos es incompatible con la lucha contra el cambio climático, y sin políticas que regulen su consumo, será imposible frenar el calentamiento global.
El debate sobre la necesidad de impuestos ecológicos para grandes fortunas y regulaciones más estrictas en el uso de estos lujos contaminantes cobra cada vez más fuerza. El problema no es solo el consumo individual, sino la falta de voluntad política para enfrentar a quienes más destruyen el planeta.
La crisis climática no afecta a todos por igual, pero las soluciones deben ser colectivas. Frenar el impacto del 1% más rico es una cuestión de justicia ambiental.
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