
Archivo: El Solidario
El barrio barcelonés de Ciutat Vella se ha convertido en el epicentro de un nuevo fenómeno: el tráfico y consumo masivo de fármacos como Lyrica y Rivotril, utilizados como sucedáneos baratos de drogas ilegales. Estos medicamentos, prescritos para el dolor neuropático y la ansiedad, se venden en el mercado negro a precios irrisorios, creando una nueva epidemia de adicciones entre la población más vulnerable.
Según datos de la Policía Nacional, en los últimos seis meses se han intervenido más de 5.000 pastillas de estos fármacos en el distrito, un aumento del 70% respecto al año anterior. Su consumo, especialmente en entornos de exclusión social, está generando graves problemas de salud: intoxicaciones, sobredosis y cuadros de dependencia rápida.
- Lyrica (pregabalina): Usada para tratar la epilepsia, ahora se consume por sus efectos euforizantes.
- Rivotril (clonazepam): Un ansiolítico que, mezclado con alcohol u otras drogas, puede ser letal.
Expertos en salud pública como Oriol Esculies, del Institut Català de la Salut, alertan de que estamos ante una «medicalización de la pobreza»: «Son fármacos accesibles, pero su uso recreativo causa daños cerebrales y adicción severa«. Además, el Sindicato Metges de Catalunya denuncia que muchas recetas son robadas o falsificadas, lo que dificulta el control.
Cuando la falta de oportunidades y la marginalidad empujan a consumir pastillas en lugar de heroína, el problema no es la droga: es un sistema que abandona a los más débiles.
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