
El poeta del pueblo
El poeta del pueblo, Miguel Hernández, no murió, fue asesinado en las cárceles del franquismo. Víctima de un régimen que castigaba la libertad de pensamiento, su historia es el reflejo de una España que condenó a sus mejores voces al exilio, la prisión o la muerte. Su poesía, comprometida con los oprimidos, se convirtió en su sentencia.
Hoy, 28 de marzo de 2025, se cumplen 83 años del asesinato de Miguel Hernández en las cárceles franquistas. No murió por enfermedad, lo dejaron morir, como a tantos otros republicanos, en una celda oscura, sin atención médica, sin piedad. Su único crimen: escribir, sentir, luchar por los humildes.
Hernández, poeta y militante, nunca renunció a su compromiso con los oprimidos. Defendió la República, combatió con sus versos y con su vida. Tras la Guerra Civil, intentó huir, pero fue capturado. Pasó por varias cárceles, padeciendo hambre, torturas y enfermedades. En 1942, con solo 31 años, la tuberculosis se lo llevó, o más bien, lo dejaron morir lentamente en una celda.
Sus palabras aún resuenan como un grito contra la injusticia. «Llegó con tres heridas: la de la vida, la del amor, la de la muerte», escribió. Su muerte fue la de miles que cayeron bajo la represión franquista. Mientras los verdugos vivieron en la impunidad, su poesía sigue viva, en cada lucha por la memoria y la dignidad.
En un país donde aún se busca a desaparecidos en fosas comunes, donde la memoria histórica sigue siendo un campo de batalla, recordar a Miguel Hernández es un acto de justicia. Su obra, su vida y su muerte nos recuerdan que la represión no puede borrar la verdad.
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