
archivo /El Solidario. Racismo y xenofobia en España.
El Comité de Derechos Humanos de la ONU ha puesto el dedo en la llaga: España debe «redoblar esfuerzos» contra el «odio neofascista» que resurge como una mala hierba en su democracia. Mientras el organismo elogia la ley de amnistía, advierte que los discursos de Vox y sus cómplices en el PP están envenenando el debate público.
No es una advertencia, es un diagnóstico de urgencia: el fascismo ya no marcha con botas, sino con traje y eslóganes electorales.
MUY INTERESANTE
Los datos son alarmantes: según el Ministerio del Interior, los delitos de odio aumentaron un 33% en 2024, con ataques a migrantes, colectivos LGTBI y activistas sociales. La ultraderecha ha normalizado lo impensable: sus eslóganes racistas se cuelan en plenos municipales y sus teorías conspirativas sobre el «gran reemplazo» intoxican las redes. Lo llaman libertad de expresión, pero es terrorismo verbal con códigos postales.
La paradoja es grotesca: el mismo Gobierno progresista que impulsa la amnistía para desactivar conflictos políticos ve cómo la derecha alimenta otro más peligroso: el odio como herramienta de movilización. Mientras Feijóo flirtea con Vox, sus barones despiden a concejalas feministas y recortan políticas antirracistas. ¿Dónde está su condena al neofascismo? Se esfuma como el sudor en un mitin de Abascal.
La ONU no habla desde la ingenuidad. Documenta lo que El País y Público llevan años denunciando: centros de internamiento inhumanos, discriminación laboral y una justicia lenta con los agresores. España presume de Constitución avanzada mientras permite que se quemen centros de refugiados.
El informe no es un ataque, es un espejo. Si no actuamos ya, el odio seguirá creciendo como un cáncer. Y cuando quieran extirparlo, será tarde. Porque el fascismo no retrocede: o lo paras o te pasa por encima.
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