Elena falleció, debido a la objeción de conciencia, con un dolor insoportable mientras esperaba su eutanasia. ¿Cómo es posible que se sigan negando estos derechos?
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Elena María Fernández murió el 4 de junio de 2024 en Granada, tras sufrir una dolorosa metástasis ósea. Pese a su testamento vital, que reflejaba claramente su deseo de acogerse a la eutanasia, encontró una negativa sistemática. Su sobrina, Mar Fernández, denuncia que la unidad de cuidados paliativos del Hospital Virgen de las Nieves alegó que “todos los médicos eran objetores de conciencia”, dejándola sufrir sin darle la oportunidad de una muerte digna. Este no es un caso aislado, sino una muestra de las fallas en la implementación de la Ley de Eutanasia en Andalucía.
La objeción de conciencia que condena al dolor
Elena pasó sus últimos días entre intensos dolores, mientras se le administraba un tratamiento paliativo que no aliviaba su sufrimiento. «Le recetaron paracetamol, nolotil y morfina de efecto rápido, pero no fue suficiente«, explica su sobrina, Mar. Además, señala con indignación: «Nadie fue a su casa para ajustar el tratamiento«. Peor aún, cuando Elena solicitó la eutanasia, la respuesta que recibió fue escalofriante: «El personal de paliativos es objetor de conciencia«. Esta respuesta no solo violó su derecho, sino que reflejó la falta de humanidad en un sistema que debería garantizar alivio y dignidad.
A la negativa médica se sumaron más obstáculos: Elena fue obligada a actualizar su testamento vital, un requisito que en Andalucía es exigido, pese a no estar contemplado en la ley. Cuando trató de obtener una cita para realizar este trámite, se encontró con que no había citas disponibles en Granada. Eva Camps, portavoz de Derecho a Morir Dignamente (DMD), denunció que «es casi imposible conseguir una cita en Andalucía. Este sistema burocrático es inhumano y atenta contra los derechos de los enfermos terminales».
Un historia que no debería repetirse
El caso de Elena ejemplifica el calvario que enfrentan las personas que, como ella, desean morir dignamente. Según datos de DMD, un tercio de quienes solicitan la eutanasia en España mueren antes de que se resuelva su solicitud. “Es inaceptable que los enfermos terminales sean condenados al sufrimiento por objeciones de conciencia y trabas administrativas», asegura Javier Velasco, presidente de DMD a nivel estatal.
Finalmente, Elena falleció con dolor, el 4 de junio, tras días de sufrimiento físico y emocional. «Elena no quería sufrir, lo dejó claro, pero nadie la escuchó«, lamenta Mar, su sobrina. «Murió de una manera contraria a sus deseos, y su historia no debería repetirse». A pesar de la ley, las desigualdades en su aplicación son evidentes: Andalucía, Extremadura y Murcia son las comunidades que más trabas imponen.
Esta situación refleja un fracaso estructural que sigue condenando a miles de personas a una muerte con sufrimiento, negándoles un derecho básico que ya debería estar garantizado.
¿Cuánto más debemos esperar para que se respete el derecho a morir dignamente? Comparte tu opinión y únete al debate en los comentarios.
Fuente: El Salto