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El auge de la automedicación y el autodiagnóstico en jóvenes: ¿una respuesta a la falta de recursos en salud mental?
La creciente necesidad de ansiolíticos y la tendencia al auto-diagnóstico de trastornos mentales entre la juventud actual reflejan una crisis silenciosa en nuestra sociedad. La falta de recursos en salud mental, sumada a la presión social y al estigma, impulsa a muchos jóvenes a buscar soluciones por su cuenta, poniendo en riesgo su bienestar.
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En los últimos años, se ha observado un incremento notable en el consumo de psicofármacos entre adolescentes. Según datos del Ministerio de Sanidad, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos entre menores de 15 años ha aumentado un 7%, con más de 11.000 adolescentes tomando estos medicamentos.
Este fenómeno se atribuye, en parte, a la escasez de profesionales en la sanidad pública, lo que provoca largas esperas para consultas y terapias. Lourdes Suárez, del Servicio de Psiquiatría del Área Sanitaria A Coruña-Cee, señala que, además de necesitar más profesionales, existe una tendencia a medicalizar problemas cotidianos que podrían resolverse con más apoyo comunitario.
La automedicación y el autodiagnóstico son prácticas cada vez más comunes entre los jóvenes. La facilidad de acceso a información en internet y la normalización de conversaciones sobre salud mental han llevado a que muchos identifiquen síntomas y busquen soluciones sin la orientación adecuada. Esta tendencia es preocupante, ya que el uso inapropiado de medicamentos ansiolíticos puede generar dependencia y agravar los síntomas de ansiedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que los trastornos de ansiedad y depresión pueden afectar significativamente la asistencia a la escuela, el estudio y el rendimiento académico de los adolescentes.
La falta de recursos adecuados en salud mental y el estigma asociado a buscar ayuda profesional contribuyen a que los jóvenes recurran a la automedicación como una solución inmediata.
Es fundamental abordar esta problemática desde una perspectiva progresista, promoviendo políticas públicas que fortalezcan los servicios de salud mental y fomenten la educación emocional desde temprana edad. La presidenta de la Fundación Salma, Ana González, atribuye el aumento en el consumo de antidepresivos en la adolescencia a un problema estructural, resaltando la insuficiente financiación y escasos recursos disponibles.
Además, es esencial desestigmatizar la búsqueda de ayuda profesional y garantizar el acceso a terapias efectivas y personalizadas.
En conclusión, la creciente necesidad de ansiolíticos y la tendencia al autodiagnóstico entre los jóvenes evidencian una crisis en la atención de la salud mental. Es imperativo que la sociedad y las instituciones tomen medidas para proporcionar los recursos necesarios y así evitar que nuestros jóvenes recurran a soluciones que puedan comprometer su bienestar a largo plazo.
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