
Archivo/ELSOLIDARIO. Una camarera en una terraza del paseo de Gràcia de Barcelona.
La inmigración en Cataluña ha desempeñado un papel fundamental en el rejuvenecimiento de su sociedad, con un 63,4% de las personas nacidas en el extranjero registradas en la comunidad autónoma siendo menores de 45 años. Este fenómeno ha contribuido significativamente a contrarrestar el envejecimiento poblacional y a dinamizar el mercado laboral catalán.
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La media de edad en Cataluña es de 43,53 años; sin embargo, si se considera únicamente a los residentes nacidos en España, esta cifra aumenta a 44,67 años. Por otro lado, la media de edad de la población inmigrante se sitúa en 39,89 años, evidenciando su aporte al rejuvenecimiento demográfico de la región. Además, el 86% de los nacidos en el extranjero se encuentran en la franja de 16 a 64 años, es decir, en plena edad laboral, mientras que en la población autóctona este porcentaje es del 59%. Esto implica que más del 31% de la población catalana en edad de trabajar ha nacido fuera de España.
Este influjo de población joven y activa ha sido crucial para la economía catalana. Según un informe de CC OO, los inmigrantes representan ya el 26% de los ocupados en Cataluña y han sustentado la recuperación del empleo en los últimos años. Entre 2013 y 2023, de los cerca de 800.000 nuevos afiliados a la Seguridad Social, uno de cada tres eran extranjeros. Sin embargo, a pesar de su alta participación en el mercado laboral, los trabajadores inmigrantes suelen ocupar puestos más precarios, con salarios más bajos y mayores tasas de temporalidad y parcialidad involuntaria.
La percepción de la inmigración entre la población catalana también ha evolucionado positivamente. Un sondeo del Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS) reveló que el 60% de los catalanes están de acuerdo con la inmigración, reflejando una visión más tolerante en comparación con décadas anteriores. Además, el 96% de los encuestados no considera grave tener un vecino inmigrante, y el 73% no ve problema en la construcción de una mezquita cerca de su domicilio.
No obstante, persisten desafíos relacionados con la integración y las condiciones laborales de la población inmigrante. A pesar de que muchos inmigrantes llegan con formación y cualificaciones, a menudo se enfrentan a dificultades para acceder a empleos acordes con su nivel educativo, lo que los lleva a ocupar puestos en sectores como la agricultura, hostelería y construcción, que suelen ser menos remunerados y con condiciones más precarias.
La inmigración ha sido y continúa siendo un motor vital para el rejuvenecimiento y dinamismo de la sociedad catalana. Reconocer y valorar las aportaciones de la población inmigrante, al tiempo que se trabajan en soluciones a los desafíos existentes, es clave para construir una Cataluña más inclusiva, próspera y cohesionada.
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