Un país que depende de las remesas
Filipinas enfrenta una grave crisis económica y social que obliga a millones de personas, principalmente mujeres, a buscar su sustento fuera del país. Esta migración masiva es vista por el gobierno como una solución a la falta de empleo y como una fuente vital de ingresos a través de las remesas, que representaron el 9% del PIB en 2023.
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Condiciones de vida precarias para los migrantes filipinos
La política de exportación laboral se formalizó bajo la dictadura de Ferdinand Marcos en los años 70, y se ha mantenido vigente. Las autoridades filipinas han establecido acuerdos con otros países para enviar trabajadores, especialmente en sectores como el servicio doméstico, donde las mujeres filipinas sufren abusos. El gobierno, lejos de fomentar la creación de empleo local, prioriza la migración, mientras las condiciones de los migrantes siguen siendo precarias. Las trabajadoras, muchas de ellas en situaciones de explotación, carecen de protección en los países receptores.
A pesar de las dificultades, organizaciones como Migrante Philippines luchan por mejorar las condiciones de los migrantes y abogan por un modelo económico que ofrezca alternativas dentro del país. Sin embargo, la falta de oportunidades y la pobreza estructural siguen impulsando la salida de millones de filipinos que, aunque buscan un futuro mejor, se ven atrapados en un ciclo de explotación y precariedad.
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