
La estética de la exclusión, gentrificación y memoria urbana / Toma Alfonsina Esquivel / El Solidario
Gentrificación y estética urbana
La gentrificación no solo desplaza a personas, también elimina memorias colectivas y paisajes populares. En muchos barrios del mundo, las remodelaciones “modernizadoras” transforman el entorno con una estética pulcra y neutra, borrando con ella la historia visual del territorio.
El fenómeno va más allá del alza en los precios de alquiler. Es también un proceso simbólico donde lo que no se ajusta al nuevo mercado —colores vivos, muebles reciclados, arquitectura popular— es etiquetado como “feo” o “inseguro”. Así, el diseño del espacio se convierte en un instrumento de control social y económico.
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Resistimos o desaparecemos
Detrás del llamado minimalismo hay una estética del privilegio. Lo que se presenta como “neutral” en realidad responde a valores económicos y políticos que marginan la diversidad cultural. El concreto liso y el branding sustituyen a los espacios intervenidos por la comunidad, a los grafitis, a las sillas en la vereda.
La estética importada impone un nuevo orden visual que prioriza lo vendible sobre lo vivible. La homogeneización espacial no es casual, borra identidad para imponer mercado.
Frente a esta transformación urbana, es vital defender el derecho a la memoria estética, al espacio público diverso y a la identidad barrial. Las ciudades no son catálogos de diseño, son territorios habitados, narrados, sentidos. Resistir la gentrificación es también defender la alegría, el color, el caos, la historia y la dignidad.
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