Francia enfrenta una crisis ambiental y sanitaria alarmante, el agua potable en diversas regiones está contaminada por sustancias químicas persistentes, conocidas como compuestos perfluoroalquilados (PFAS). Este problema, que afecta tanto a la población como a los ecosistemas, plantea graves desafíos en materia de salud pública y sostenibilidad ambiental.
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Los «químicos eternos»: una amenaza invisible
Los PFAS, comúnmente llamados «químicos eternos» debido a su resistencia a degradarse en el medioambiente, están presentes en una amplia gama de productos, desde envases de alimentos hasta materiales industriales. Según datos oficiales, más del 12 % de los recursos hídricos franceses superan los niveles de seguridad recomendados para estas sustancias.
En regiones como Bretaña y la Île-de-France, donde la agricultura y la industria son predominantes, se han detectado niveles peligrosos de PFAS en el agua potable. Esto podría estar vinculado al uso intensivo de pesticidas y productos químicos industriales, exacerbando una situación que ya genera preocupación internacional.
Impacto en la salud y el medioambiente
La exposición prolongada a los PFAS está asociada con problemas de salud graves, como cáncer, enfermedades hepáticas y trastornos hormonales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, su acumulación en el medioambiente afecta la biodiversidad, alterando los ecosistemas acuáticos y contaminando el suelo.
El gobierno francés ha destinado 100 millones de euros para investigar y mitigar esta crisis, incluyendo medidas para mejorar la infraestructura de tratamiento de agua y fortalecer la regulación de químicos en el sector industrial. Sin embargo, los expertos advierten que estos esfuerzos podrían ser insuficientes frente a la magnitud del problema.
Un llamado urgente a la acción
Organizaciones medioambientales y colectivos ciudadanos instan a adoptar políticas más estrictas para prohibir los PFAS y fomentar alternativas sostenibles. «No podemos seguir sacrificando la salud de las personas y el equilibrio ecológico por intereses económicos», declaró un portavoz de Greenpeace Francia.
Francia se encuentra en una encrucijada ¿será capaz de liderar el camino hacia una gestión sostenible del agua o sucumbirá ante la presión de las industrias químicas?
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