
El Solidario. Fernando Simón
Cinco años después del confinamiento, Fernando Simón sigue siendo el mismo: sereno, técnico e imperturbable frente a la marea de «haters» que lo convirtieron en chivo expiatorio de una pandemia que nadie supo gestionar perfectamente.
En un acto conmemorativo, el director del Centro de Coordinación de Alertas Sanitarias reivindicó su labor con una frase que debería grabarse en los despachos de todos los servidores públicos: «Mi trabajo incluye comunicar y no voy a dejar de hacerlo». Mientras, la ultraderecha y sus medios afines siguen escupiendo sobre su figura, como si el COVID-19 hubiera sido culpa de un epidemiólogo y no de un virus global.
MUY INTERESANTE
Simón fue linchado en redes por decir verdades incómodas: que las mascarillas no eran la panacea al principio, que los datos eran cambiantes, que no había recetas mágicas. Lo acusaron de todo, menos de lo único cierto: hacer su trabajo en medio del caos.
Mientras Ayuso convertía Madrid en un experimento neoliberal de contagios masivos y Vox negaba la ciencia, él mantuvo la calma. Hoy, con perspectiva, hasta la OMS reconoce que España fue de los países que mejor manejó la crisis. Pero la memoria selectiva de la derecha solo recuerda sus frases fuera de contexto.
Lo más indignante no es el acoso digital, sino la hipocresía política. Los mismos que recortaron en sanidad pública y privatizaron camas UCI señalan ahora al mensajero. Como si un bombero fuera culpable del incendio por no apagarlo en cinco minutos.
Simón, pese a todo, sigue en su puesto. No se ha doblegado, no ha renunciado a informar. Su resistencia es un recordatorio: en un mundo de gritos, la razón también es revolucionaria. Y aunque los odiadores sigan ladrando, la historia pondrá a cada uno en su lugar. Porque las pandemias pasan, pero la dignidad queda.
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