La Unión Europea decide ignorar sus propios valores en su lucha contra la migración, ¿qué queda de los derechos humanos?
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Europa ha tomado un giro preocupante en sus políticas migratorias, priorizando la seguridad sobre los derechos humanos. Durante dos décadas, la Unión Europea ha buscado soluciones imposibles, dejando de lado los fundamentos que la definen. En vez de buscar soluciones integrales, se han establecido acuerdos con terceros países, como Túnez y Egipto, para externalizar la gestión migratoria. Esto ha provocado una creciente preocupación entre activistas que denuncian el abandono de los derechos humanos. «Europa se está desentendiendo de su responsabilidad moral», advierte un experto en derechos humanos.
Externalización y olvido de los derechos
La estrategia de externalización ha sido duramente criticada por organismos internacionales que subrayan la vulneración de los derechos de los migrantes. El problema se aleja de las fronteras europeas, pero no se resuelve. Las personas migrantes siguen enfrentando pobreza, violencia y persecución en sus países de origen. Mientras tanto, Europa se aferra a acuerdos que solo profundizan el sufrimiento de los más vulnerables. “No podemos cerrar los ojos ante las condiciones inhumanas que enfrentan”, insiste una ONG que trabaja en terreno.
Los centros de asilo externos propuestos no han mostrado avances significativos en la protección de los derechos de los migrantes. En muchos casos, las condiciones de vida en estos centros han sido calificadas de inhumanas y peligrosas. Los críticos señalan que la externalización no es una solución a largo plazo, sino una medida que aleja el problema de las fronteras europeas. “Europa está construyendo un muro invisible”, afirma un activista de derechos humanos, cuestionando la ética de estas políticas.
¿A qué precio la seguridad?
Los líderes europeos justifican estas políticas con la necesidad de garantizar la seguridad interna, pero ¿a qué costo? Los acuerdos alcanzados han dejado en manos de países terceros la gestión de la migración, pero sin abordar las causas estructurales del fenómeno. La violencia y la pobreza siguen empujando a miles de personas a arriesgar sus vidas. Europa, que alguna vez fue un bastión de derechos y libertades, parece haber perdido su brújula moral. ¿Está dispuesta a seguir sacrificando vidas por una falsa sensación de seguridad?
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Fuente: Infolibre.es