Con dos millones de niños en pobreza, España encabeza la lista negra de la Unión Europea. ¿Qué futuro les espera?
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La infancia en España atraviesa una crisis profunda que amenaza su desarrollo y bienestar. Según el informe En defensa de los derechos Humanos de la Infancia, elaborado por el Instituto de Estudios Educativos y Sindicales (IEES) de la Fundación 1º de Mayo, el 28% de los niños y adolescentes españoles vive bajo el umbral de la pobreza. Esta desgarradora realidad sitúa a España en el primer puesto de pobreza infantil en toda la UE, poniendo en peligro el futuro de una generación. “Crecer en la pobreza perjudica a los niños, niñas y adolescentes durante su infancia», advierte el estudio.
El doble castigo: ser pobre y migrante
La situación es aún más desesperante para los hijos de migrantes y la comunidad gitana, quienes sufren una doble condena: la pobreza y la exclusión social. Los menores cuyos padres han nacido fuera de España tienen el doble de posibilidades de caer en la pobreza, lo que agrava la fractura social. El informe no deja lugar a dudas: uno de cada dos niños gitanos vive una situación de «privación grave», una cifra desgarradora frente al 7% de la media europea. Esta exclusión no solo es económica, sino que también afecta a la salud mental y las oportunidades de futuro.
A esta crisis se suman los efectos devastadores de la pandemia y la guerra de Ucrania, que han disparado el número de menores en riesgo de pobreza en toda la UE, elevando la cifra a 20,7 millones. Entre 2015 y 2019, Europa experimentó una tímida mejora, pero la realidad actual es una regresión alarmante. La pobreza infantil ya no es una cuestión individual, es un problema estructural que afecta a toda la sociedad.
El suicidio, un grito silenciado
A la pobreza se le suma otro flagelo igual de destructivo: la salud mental. El informe revela que el suicidio es ya la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años en Europa. El 19% de los adolescentes en esta franja de edad padece algún tipo de trastorno mental, una cifra que debería encender todas las alarmas. “El sufrimiento emocional de nuestros jóvenes es la otra cara de la pobreza”, afirman los autores del estudio.
Entre 2018 y 2022, el nivel de satisfacción vital entre los jóvenes europeos de 15 años cayó del 74% al 69%. Este descenso refleja el impacto acumulativo de las crisis, la falta de oportunidades y la desesperanza. La pobreza no solo roba el pan de la mesa, sino también la esperanza y la vida misma de aquellos que deberían tener el futuro en sus manos.
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Fuente: El Salto