El presidente francés, Emmanuel Macron, quiere nombrar un Primer Ministro «en un plazo de 48 horas», según varios participantes en la reunión del Elíseo el martes 10 de diciembre.
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Con dos días para tomar una decisión, el presidente está bajo presión, especialmente de la izquierda, que exige un giro hacia políticas más progresistas. La elección del sucesor será clave para definir el rumbo del gobierno en un contexto de tensiones políticas y sociales en el país.
Desde la oposición, tanto de izquierda como de derecha, surgen demandas para que el nuevo líder tenga un enfoque más representativo y conciliador.
Entre los posibles candidatos para el puesto destacan figuras tanto dentro del partido oficialista como aliados políticos que podrían aportar estabilidad. Sin embargo, el reto principal será recuperar la confianza de los ciudadanos y la legitimidad del gobierno, especialmente después de meses de descontento por reformas polémicas.
El Ejecutivo en funciones planea presentar una «ley especial» que permita garantizar la recaudación de impuestos en 2024 mientras se espera que un nuevo gobierno apruebe los presupuestos para 2025. Esta medida busca evitar vacíos fiscales y asegurar la continuidad financiera del Estado en un contexto político incierto.
RN y LFI fortalecen su discurso crítico desde la oposición
El Reagrupamiento Nacional de (RN) y La Francia Insumisa (LFI) parecen cómodos con su papel como opositores acérrimos, aprovechando su posición para reforzar sus estrategias de cara a las elecciones, incluida la presidencial de 2027.
El entorno de Marine Le Pen considera ventajoso no ser incluido en las negociaciones, mientras que LFI planea una moción de censura al próximo gobierno, no para destituirlo, sino para identificar apoyos y oposiciones, consolidando así su discurso crítico y estratégico desde la oposición.
La situación pone de manifiesto los desafíos que enfrenta Macron para cumplir sus promesas de unidad y progreso, mientras equilibra las demandas de diferentes sectores políticos.
La incertidumbre sobre el futuro político de Francia plantea una preocupación más amplia: ¿puede un liderazgo renovado abordar las divisiones internas y avanzar hacia soluciones sostenibles? La respuesta a esta pregunta marcará el legado de Macron y el camino de la nación.
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