En los últimos meses, Kenia ha sido testigo de una serie de protestas masivas lideradas principalmente por jóvenes que exigen justicia y derechos básicos.
Te puede interesar: Miembros de la comunidad LGTBQ de Uganda y Kenia huyen a Canadá por violenta represión en sus países
Estas manifestaciones, que comenzaron como una respuesta a la propuesta de una nueva ley fiscal, han sido recibidas con una represión violenta por parte del gobierno, dejando un saldo trágico de muertos y heridos.
El detonante de estas protestas fue la Ley de Finanzas 2024, que proponía un aumento significativo de impuestos en un país ya agobiado por la crisis económica. Los jóvenes, que representan una gran parte de la población keniana, salieron a las calles de Nairobi y otras ciudades para expresar su descontento. Sin embargo, la respuesta del gobierno fue brutal.
Según informes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia, al menos 22 personas murieron y cientos resultaron heridas en los enfrentamientos con la policía.
La represión no se limitó a las calles. Testigos y organizaciones de derechos humanos han documentado casos de detenciones arbitrarias, secuestros y uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad.
Amnistía Internacional ha verificado que al menos 50 manifestantes han muerto y más de 400 han sufrido lesiones graves. Estas cifras podrían ser aún mayores, ya que muchos casos no han sido reportados oficialmente.
La oposición denuncia una “mortal represión”
El líder de la oposición, Raila Odinga, ha acusado al gobierno de “desatar la fuerza bruta” contra los manifestantes pacíficos, calificando la situación como una «mortal represión».
Odinga y otros líderes opositores han llamado a la comunidad internacional a intervenir y presionar al gobierno keniano para que respete los derechos humanos y permita protestas pacíficas.
La comunidad internacional ha comenzado a tomar nota. Diversas organizaciones han condenado la violencia y han exigido una investigación independiente sobre los abusos cometidos. La presión sobre el gobierno de Kenia aumenta, pero la situación en el terreno sigue siendo tensa.
Es crucial que el gobierno de Kenia escuche las demandas de sus ciudadanos y adopte medidas para proteger sus derechos. La represión violenta no es la respuesta a las legítimas preocupaciones de los jóvenes. En lugar de silenciar sus voces, el gobierno debería fomentar un diálogo constructivo que permita encontrar soluciones pacíficas y justas.