‘El Hormiguero’, antaño un referente del entretenimiento familiar, enfrenta un escrutinio que pone en jaque su hegemonía en el prime time. Con Pablo Motos a la cabeza, el programa ha sido señalado por normalizar discursos ultraconservadores y perpetuar comportamientos machistas, lo que ha provocado una erosión en su reputación.
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Aunque sigue liderando audiencias, la irrupción de formatos como La Resistencia, que combinan humor satírico con una actitud crítica, pone en cuestión la relevancia de El Hormiguero en un contexto mediático que demanda mayor responsabilidad social.
Las polémicas recientes, que incluyen comentarios machistas hacia invitadas y guiños ideológicos a la ultraderecha, han alienado a sectores progresistas de la audiencia, quienes cuestionan la ética del contenido.
Por otro lado, Atresmedia defiende su continuidad debido a su rentabilidad y capacidad de generar debates. Sin embargo, este éxito comercial no oculta un desgaste cultural evidente.
En contraste, la apuesta de programas emergentes por la diversidad y la ruptura de moldes parece más en sintonía con las nuevas generaciones, que exigen contenidos inclusivos y conscientes.
El declive de El Hormiguero plantea una reflexión sobre la responsabilidad de los medios en tiempos de polarización. ¿Es aceptable priorizar el espectáculo por encima de la ética? ¿Qué rol debe jugar la televisión en la construcción de una sociedad más justa y equitativa? Te leemos en los comentarios.
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