
El Solidario. El dinero no es la felicidad completa.
Surge la duda sobre la función de grandes incrementos patrimoniales y de renta cuando de grandes fortunas se trata. ¿Acaso hace falta tanto para ser feliz? Cabría preguntarse si hay algún tipo de incidencia en la vida de las familias superricas si su renta patrimonial crece o decrece un 5%, un 10% o incluso un 20%.
La tendría sobre sus patrones de vida y consumo si la variación es del 50% o incluso del 60%. Probablemente, no. Sus fortunas son tan superiores a los costes de su nivel de vida y consumo que los ascensos o descenso patrimoniales son irrelevantes también para su calidad y de vida y sus patrones de consumo.
De hecho, en casi el 100% de los descensos en los grandes patrimonios, que se muestran en las famosas listas de los más ricos del mundo que publican algunas revistas y periódicos, son el motivo del descenso es el de la baja de la cotización en bolsa de sus activos.
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No es usual que el pago de impuestos sea la razón de esas disminuciones en sus grandes fortunas. Esto nos indica que estas personas están dispuestas a perder en plazos más o menos cortos de tiempo miles de millones de dólares, sin que eso les afecte lo más mínimo a su vida o patrones de consumo.
Por tanto, la inclusión de un sistema fiscal que grave este patrimonio para procurar limitar su inmensa fortuna no tiene efectos negativos sobre estas personas, pero sí inmensos beneficios para las grandes mayorías sociales.
¿Existe algún límite de ingresos que no conlleve un aumento de la felicidad? Un trabajo publicado en la revista Nature nos revela que, efectivamente, una vez alcanzado determinado nivel de ingresos y patrimonio con sucesivos aumentos no inciden directamente en la felicidad.
El dinero no garantiza la felicidad
En el año 2010 se publicó un estudio de la Universidad de Victoria (Nueva Zelanda) que afirma que el dinero era igual a bienestar pero que no era capaz de “comprar” dosis de felicidad.
En dicho estudio se realizaron casi 500.000 entrevistas de personas de unos 70 países. Las conclusiones fueron que la libertad y el tiempo libre están por encima de la riqueza acumulable a la hora de aportar bienestar.
Para determinar la correlación entre la felicidad y el dinero, los sociólogos y expertos investigadores en comportamiento humano norteamericano, Andrew T. Jebb, Louis Tay, Ed Diener y Shigehiro Oishi, realizaron su estudio mediante el método Gallup, basándose en un panel de 2 millones de personas de todo el mundo, controlando factores demográficos que determinan los ingresos por zona en la que se realizan las recogidas de datos.
Concluido el estudio, se ha obtenido un resultado esclarecedor: hay un umbral a partir del cual ganar más dinero no proporciona más felicidad. Este límite oscila entre los 60.000 dólares y los 90.000 anuales. Las cifras que superen esa cantidad son incapaces de generar más felicidad o estabilidad emocional.
Nos surge irremediablemente una pregunta ¿qué sentido tiene la acumulación de bienes o dinero si este nunca será usado para el bienestar de la persona que lo posee?
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