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Imagen: guiadealuche.net. El Solidario. El centro de menores de Casa de Campo-Batán.
El centro de acogida de menores de la Casa de Campo, en Madrid, se ha convertido en un símbolo de deterioro y desatención.
Los jóvenes migrantes que allí residen enfrentan condiciones inhumanas: instalaciones en ruinas, ausencia de calefacción y una gestión que parece ignorar las necesidades básicas de estos menores vulnerables.
Desde su apertura en 2019, este centro ha sido objeto de múltiples denuncias por parte de trabajadores y vecinos.
Las instalaciones, concebidas inicialmente para albergar a turistas y estudiantes, no se adaptan a las exigencias de un centro de acogida para menores.
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Interiores en ruinas y trato personal denigrante
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El mantenimiento es prácticamente inexistente; paredes agrietadas, sistemas de calefacción inoperantes y mobiliario en mal estado son parte del día a día de estos jóvenes.
A pesar de las reiteradas quejas, las autoridades competentes no han implementado mejoras significativas.
Los menores migrantes, muchos de ellos procedentes de situaciones de extrema vulnerabilidad, encuentran en este centro un entorno que lejos de protegerlos, agrava su situación.
Prácticas denigrantes e inhumanas
La falta de recursos y personal cualificado se traduce en una atención deficiente. Además, se han reportado casos de violencia y robos dentro de las instalaciones, generando un clima de inseguridad constante.
La ausencia de actividades educativas y recreativas adecuadas contribuye al desarraigo y la desesperanza de estos jóvenes.
Las condiciones en las que viven estos menores podrían estar contraviniendo la Ley de Protección del Menor. Se han documentado episodios de malos tratos y negligencia por parte del personal encargado.
En diciembre de 2024, un grupo de menores denunció humillaciones y restricciones severas que afectaban su bienestar emocional y su derecho a comunicarse con sus familias.
Estas prácticas no solo vulneran los derechos fundamentales de los menores, sino que también perpetúan un ciclo de violencia y exclusión.
Velar por su seguridad y sus necesidades básicas
La calidad de los suministros básicos es igualmente alarmante. Los menores reciben ropa inadecuada para las condiciones climáticas, y la alimentación carece de los nutrientes necesarios para su desarrollo.
La falta de higiene en las instalaciones, sumada a la escasez de productos de aseo personal, pone en riesgo la salud de los residentes.
Estas carencias reflejan una gestión deficiente y una preocupante deshumanización de los menores acogidos.
Es imperativo que las autoridades tomen medidas inmediatas para garantizar condiciones dignas en el centro de Casa de Campo.
La protección y el bienestar de los menores migrantes no pueden seguir siendo relegados. Una sociedad que se precie de justa y solidaria debe velar por los derechos de los más vulnerables, asegurando que espacios como este sean verdaderos refugios y no lugares de sufrimiento.
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