Divergencias en las estrategias
Después de las recientes elecciones presidenciales en Venezuela, la decisión de Estados Unidos de reconocer la victoria de la oposición y presionar por una transición de gobierno no será seguida por Brasil. El gobierno brasileño, representado por el Itamaraty, ha expresado preocupaciones privadas sobre el posible recrudecimiento del régimen de Nicolás Maduro, similar al que se observó en Nicaragua bajo el gobierno de Daniel Ortega.
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La posición de EE.UU.
El Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, afirmó que, a pesar de las diferentes posturas de los países, la evidencia apunta a la victoria de Edmundo González Urrutia en las elecciones venezolanas. Blinken subrayó la necesidad de una transición pacífica y respetuosa, instando a los partidos venezolanos a iniciar discusiones sobre el cambio de gobierno.
La reacción de Brasil
El gobierno brasileño, liderado por Luiz Inácio Lula da Silva, ha optado por no seguir la línea dura de EE.UU. En lugar de reconocer la victoria de Maduro sin pruebas sustanciales, Brasil sigue apostando por el diálogo y por una revisión transparente. Diplomáticos brasileños advierten que la presión externa podría llevar a Maduro a adoptar una postura más radical y represiva, similar al régimen de Ortega en Nicaragua, donde hubo persecución de opositores y de la Iglesia Católica.
La estrategia de Brasil busca evitar que el régimen de Maduro se radicalice aún más, potencialmente aumentando la violencia y la represión interna. Este riesgo es significativo, dada la capacidad del régimen para controlar recursos y fuerzas de seguridad, además de las milicias chavistas.
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