
Archivo/ELSOLIDARIO. El juicio por el mayor delito sexual infantil en Francia se inicia el 24 de febrero.
El juicio contra Joël Le Scouarnec, un ex cirujano francés de 74 años, ha comenzado este 24 de febrero en Vannes, Francia. El médico enfrenta cargos por haber abusado sexualmente de cerca de 300 menores a lo largo de 25 años, en lo que se considera uno de los casos de pederastia más graves en la historia del país. Este proceso judicial ha desatado una profunda preocupación social y ha expuesto fallos sistémicos en la supervisión médica y judicial en Francia.
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Descubrimiento del caso: una investigación que destapó horrores
La investigación comenzó en 2017 tras la denuncia de una niña de seis años, vecina del acusado, quien lo señaló por agresión sexual. Durante el registro de su domicilio, las autoridades hallaron más de 300.000 archivos de pornografía infantil, muñecas sexualizadas y diarios personales en los que Le Scouarnec describía con detalle los abusos cometidos. Los delitos ocurrieron entre 1989 y 2014, mientras ejercía como cirujano digestivo en al menos diez hospitales del oeste de Francia.
Fallos institucionales: negligencia médica y judicial
Lo alarmante del caso es que Le Scouarnec continuó ejerciendo la medicina a pesar de haber sido condenado en 2005 por posesión de material pedopornográfico, recibiendo apenas una sentencia suspendida de cuatro meses. Esta negligencia por parte de las autoridades sanitarias y judiciales ha despertado críticas y ha impulsado una investigación paralela por posible encubrimiento.
Víctimas en extrema vulnerabilidad
Las víctimas, en su mayoría menores de entre uno y 15 años, fueron atacadas en situaciones de extrema vulnerabilidad, muchas veces bajo anestesia y en procedimientos médicos rutinarios. La dimensión del caso ha provocado un intenso debate en Francia sobre la eficacia de los sistemas de protección infantil y la responsabilidad de las instituciones de salud.
Organizaciones de derechos infantiles y colectivos feministas exigen medidas estructurales para evitar que tragedias de esta magnitud se repitan. La sociedad francesa enfrenta ahora el desafío de reforzar los mecanismos de supervisión y establecer protocolos que garanticen la seguridad de los pacientes más vulnerables. Es urgente actuar para que aquellos encargados de proteger la vida no se conviertan en perpetradores de crímenes tan atroces. La protección infantil debe ser una prioridad ineludible en cualquier sociedad moderna y progresista.
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