Murad Odeh, activista palestino LGTBIQ+, narra cómo la opresión israelí y las imposiciones occidentales han moldeado su identidad y lucha.
La lucha por una identidad dividida
Murad Odeh, activista LGTBIQ+ palestino, cuenta cómo desde muy joven se vio forzado a elegir entre “ser gay o ser palestino”. Crecido en Valencia dentro de una familia palestina muy conservadora, Murad enfrentó una profunda desconexión con sus raíces árabes. Después de salir del armario a los 14 años, experimentó la imposición de un dilema que le obligaba a desvincularse de su herencia. «Era imposible reconciliar ambas identidades«, reflexiona Murad, quien, a los 21 años, decidió mudarse a Madrid, convencido de que era necesario alejarse de su origen para poder vivir libremente su sexualidad. «Ya no tengo familia; ya no soy árabe«, recuerda haber pensado en ese momento.
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La experiencia de Murad refleja una problemática mayor dentro de la comunidad LGTBIQ+ árabe: la falta de referentes que combinen ambas identidades. Este vacío generó en él un dolor profundo y una sensación de soledad, al no encontrar modelos que le mostraran que es posible ser tanto palestino como queer. Su historia es una representación de cómo el contexto social y cultural puede influir en la manera en que las personas LGTBIQ+ viven y entienden su identidad, especialmente cuando se enfrentan a expectativas y normas que parecen incompatibles.
Resistencia LGTBIQ+ en Palestina y la opresión colonial
En 2023, Murad decidió emprender un viaje a Palestina, un paso crucial en su camino hacia la reconciliación con sus raíces. «Me fui a Cisjordania porque tenía la sensación de que solo conocía una parte de lo que era el mundo árabe, la que me habían contado mis padres», explica. Este viaje, que no buscaba nada en particular, lo llevó a un inesperado descubrimiento: la existencia de otros palestinos que, como él, vivían la realidad de ser queer en un contexto de ocupación militar. «Tres palestinos gais conversando en árabe, al lado del muro en Jerusalén«, relata, describiendo un momento que para él fue profundamente sanador y transformador.
Este encuentro fue el punto de partida para que Murad conociera de primera mano los movimientos de resistencia LGTBIQ+ en la Cisjordania ocupada. Gracias a la conexión con estas redes clandestinas, descubrió la labor de organizaciones como Aswad y alQaws, que, a pesar de operar en condiciones extremadamente difíciles, luchan por crear espacios seguros para la comunidad LGTBIQ+. Estas organizaciones no solo ofrecen apoyo psicológico, sino también la posibilidad de crear lazos y redes de apoyo entre personas que, de otro modo, estarían aisladas.
Murad también profundiza en el impacto del colonialismo en la percepción de la homosexualidad en el mundo árabe, siguiendo las ideas de la teórica queer Jasbir K. Puar. Argumenta que la homosexualidad, tal como se entiende hoy en día, es en gran parte un producto del colonialismo occidental. «Los países musulmanes la utilizan para desviar la atención de sus crisis internas», comenta Murad, señalando cómo la homosexualidad es a menudo vista como una influencia extranjera en lugar de una realidad nativa. Al mismo tiempo, denuncia que «los países occidentales pintan al Islam como incompatible con la democracia«, lo que perpetúa estereotipos y justifica intervenciones extranjeras en territorios árabes.
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