
Publicación de Yaqeen Hammad en su Instagram. FOTOGRAFÍA: @YAQEEN HMAD
Niños y niñas de todo el mundo están siendo ejecutados por adultos en aviones o a pie que no pueden dudar de su misión. Una misión creída como salvadora para su patria, organización o pueblo, vete tú a saber, sin pensar si quiera que esa misión por la que están cobrando (o no) responde a intereses de unos pocos que lo quieren todo.
Así, en Gaza o en el Congo (por nombrar algunos donde la matanza se exacerba), esas misiones que se creen patrióticas para quiénes son el brazo ejecutor, se ensañan con niños y niñas de 11 años o con bebés. Así es el mundo en el que hoy vivimos.
La última víctima conocida de este egoísmo, engaño y aberración humana que hace cuestionar profundamente si de algo nos sirven los derechos humanos más que para decir que los tenemos, ha sido Yaqeen Hammad, de 11 años, conocida como «la influencer más joven» del enclave. Yaqeen murió durante la noche del pasado viernes después de que el ejército israelí bombardeara la zona de al-Baraka, en Deir al-Balah, al norte de Gaza, en medio de intensos combates.
Hasta ese día, la joven compartía en sus redes sociales consejos para sobrevivir a los bombardeos, improvisar recetas sin gas o simplemente para levantar el ánimo de quienes, como ella, vivían bajo el fuego.
Yaqeen falleció en el mismo ciclo de bombardeos en el que también murieron nueve de los diez hijos del pediatra Alaa Amir al-Najjar. Su único hijo sobreviviente, también de 11 años, permanece en estado crítico en cuidados intensivos.
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La mirada de una niña
«¿Hay algo más hermoso que la sonrisa de los niños Gaza?», escribió Yaqeen en una de sus últimas publicaciones. Su labor no se limitaba a reflejar lo que pasaba en la franja, y ayudar a sobrellevarlo, sino que incluso colaboraba junto a su hermano Mohamed en tareas humanitarias con la organización Ouena, un colectivo sin ánimo de lucro con sede en Gaza.
Sus mensajes trataban de mirar con cierta esperanza la cruda realidad que le rodeaba. «Intento llevar un poco de alegría a los demás niños para que olviden la guerra«, decía en muchas de sus publicaciones.
Tras su muerte, seguidores de todo el mundo lamentaron su pérdida. «Puede que su cuerpo ya no esté, pero su impacto sigue siendo un faro de humanidad», dice Mahmoud Bassam, fotoperiodista de Gaza. «En lugar de estar en la escuela y disfrutando de su infancia, estaba activa en Instagram y participando en campañas para ayudar a otros en Gaza», dice en otro mensaje un usuario de la plataforma X.
La repercusión internacional del caso de Yaqeem no es la norma. Los muertos en Gaza son números desde hace meses. Conocer sus nombres y ver sus caras contribuyen a una comprensión más humana de lo que está sucediendo en Gaza.
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