
Archivo AFP/ ELSOLIDARIO. Un niño camina con un saco en medio de los escombros de un bloque residencial en la ciudad de Gaza.

El gobierno israelí ha ordenado la suspensión inmediata del suministro eléctrico a dos plantas desalinizadoras en la Franja de Gaza, afectando a más de 700.000 personas en las regiones de Deir el-Balah y Khan Younis. Esta medida intensifica la ya crítica situación humanitaria en el territorio palestino.
El ministro de Energía de Israel, Eli Cohen, anunció la decisión de cortar la electricidad a las instalaciones que proporcionan agua potable en Gaza, declarando: «Usaremos todas las herramientas para garantizar el regreso de los rehenes y la eliminación de Hamas en Gaza».
Las plantas desalinizadoras afectadas, respaldadas por UNICEF, son esenciales para el suministro de agua potable en Gaza. La interrupción de su funcionamiento pone en riesgo la salud y el bienestar de cientos de miles de residentes, especialmente en un contexto donde el acceso al agua ya es limitado.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por las consecuencias de esta medida. Organizaciones humanitarias advierten que la falta de acceso al agua potable podría desencadenar crisis sanitarias y aumentar la tensión en la región.
Esta acción se suma a una serie de restricciones impuestas por Israel en Gaza, que incluyen el bloqueo de ayuda humanitaria y la limitación de suministros básicos. Estas medidas han sido objeto de críticas por parte de organismos internacionales, que las consideran formas de castigo colectivo que agravan la situación de la población civil.
La interrupción del suministro eléctrico a las plantas desalinizadoras en Gaza destaca la urgente necesidad de soluciones diplomáticas que prioricen el bienestar de la población civil y eviten una escalada mayor del conflicto.
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