Hoy, 18 de diciembre, el mundo conmemora el Día Internacional del Migrante, una fecha para reconocer las contribuciones invaluables de las personas migrantes y reflexionar sobre las profundas injusticias que enfrentan en su travesía.
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Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 280 millones de personas viven fuera de sus países de origen, impulsadas por conflictos, desigualdad económica o el impacto devastador del cambio climático.
Sin embargo, mientras algunos países celebran la diversidad cultural que los migrantes traen consigo, otros levantan muros físicos y legales para mantenerlos fuera. Es un reflejo sombrío de la hipocresía global: aquellos que se benefician del trabajo de los migrantes, muchas veces los relegan al silencio y la precariedad.
No es “crisis migratoria”, es “crisis humanitaria”
La migración no es un fenómeno nuevo, pero las narrativas dominantes, sobre todo de las ideologías derechistas y ultraderechistas, como sucede en Alemania, Suecia o Italia, siguen siendo peligrosamente deshumanizantes. Se habla de «crisis migratoria», pero pocas veces de «crisis de humanidad».
Los migrantes no son números en informes ni problemas que resolver; son seres humanos que huyen de realidades insoportables. Mujeres y niños, particularmente, son víctimas de explotación, trata y violencia en su intento de buscar un lugar seguro.
A pesar de ello, las contribuciones de los migrantes a las sociedades receptoras son innegables. Desde el impulso económico hasta la riqueza cultural, su presencia transforma y enriquece. Pero este aporte no puede servir de excusa para ignorar su derecho fundamental a una vida digna, independientemente de su utilidad económica.
Los gobiernos tienen una responsabilidad moral de adoptar políticas inclusivas, desde vías legales para la migración hasta sistemas de acogida que respeten los derechos humanos. A nivel individual, debemos cuestionar los prejuicios y alzar la voz contra el racismo y la xenofobia que marginan a quienes ya están en situación de vulnerabilidad.
Hoy, el Día Internacional del Migrante nos invita no solo a conmemorar, sino a actuar. ¿Qué clase de mundo queremos construir si damos la espalda a quienes, con valentía, buscan un futuro mejor? Es hora de pasar de la retórica a la acción, porque garantizar los derechos de los migrantes es defender los principios básicos de humanidad.
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