En un giro significativo para la política rumana, el Partido Social Demócrata (PSD) ha logrado frenar el avance de la extrema derecha y el euroescepticismo en las recientes elecciones parlamentarias. Con un 26% de los votos, el PSD se ha consolidado como la fuerza más votada, superando a la ultraderechista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), que obtuvo un 20%.
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Un contexto de creciente tensión
Las elecciones se desarrollaron en un clima de alta tensión, marcado por la inesperada victoria del candidato prorruso y anti-UE, Calin Georgescu, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Este resultado alarmó a Bruselas y a los defensores de la integración europea, quienes temían un giro drástico en la política exterior rumana.
El PSD, liderado por Marcel Ciolacu, ha conseguido mantener su posición dominante a pesar de perder cinco puntos porcentuales respecto a las elecciones de 2020. La coalición gobernante, formada por el PSD y el Partido Nacional Liberal (PNL), ha sido clave para contener el avance de la extrema derecha, aunque el PNL ha sufrido una caída significativa en su apoyo, con solo un 15% de los votos.
La victoria del PSD representa una oportunidad para reforzar los lazos con la Unión Europea y continuar apoyando a Ucrania en su conflicto con Rusia. Sin embargo, el ascenso de la AUR y su retórica nacionalista y euroescéptica subraya la necesidad de abordar las preocupaciones de una parte significativa del electorado que se siente desilusionada con el status quo.
La contención del avance de la extrema derecha en Rumanía es un triunfo para los valores democráticos y la integración europea. Es crucial que el nuevo gobierno trabaje para reducir las desigualdades y fortalecer la confianza en las instituciones democráticas.
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