La violencia política en Bolivia evidencia una fractura interna en el MAS, ¿puede evitar el país un conflicto mayor?
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La crisis política en Bolivia ha alcanzado nuevos niveles de tensión, dejando al país en una peligrosa encrucijada. Un reciente atentado contra Evo Morales agrava el ambiente de inseguridad. Morales acusa a las fuerzas del presidente Luis Arce de intentar intimidarlo, intensificando una fractura profunda en el Movimiento al Socialismo (MAS). Bolivia enfrenta no solo un desafío electoral, sino una guerra política que podría desencadenar un conflicto interno de graves consecuencias.
El MAS y su división interna
La fractura dentro del MAS ha encendido la mecha de un enfrentamiento que podría ser irreparable. Morales acusa a Arce de orquestar acciones para intimidarlo y evitar su candidatura, mientras el actual presidente asegura que la justicia y la ley deben ser respetadas por igual. “Las élites políticas están detrás de esta violencia”, denuncia Morales, señalando una persecución sistemática en su contra. Sin embargo, este conflicto es más que personal: es una disputa de poder que podría llevar al MAS a su propia disolución.
La situación se complica en el Chapare, región donde Morales mantiene su mayor apoyo y donde sus seguidores han bloqueado vías en defensa de su líder. Las tensiones con las fuerzas de seguridad en esta zona revelan un profundo malestar social, avivado por una economía debilitada y una escasez de recursos que golpea al país. La violencia política amenaza con intensificarse, y las comunidades leales a Morales parecen estar dispuestas a ir hasta el límite en su defensa.
El peso de la historia en la crisis actual
Bolivia arrastra las secuelas de la crisis de 2019, cuando Morales fue destituido en medio de fuertes protestas y exiliado temporalmente. Este antecedente marca un contexto de resentimiento y desconfianza que se ha vuelto aún más fuerte. Hoy, Morales advierte que los ataques en su contra no solo son intentos de frenar su liderazgo, sino una estrategia para consolidar el poder de sus rivales en el MAS. “Nos quieren silenciar y reprimir”, asegura Morales, mientras Arce responde con el compromiso de investigar el reciente atentado.
Los efectos de esta crisis en Bolivia trascienden sus fronteras, revelando una tendencia en América Latina hacia la violencia como herramienta política. La polarización en Bolivia no es una excepción, sino un reflejo de una región donde los conflictos políticos amenazan con anular las instituciones democráticas y el diálogo. La interrogante que surge es si Bolivia podrá evitar una ruptura mayor antes de las elecciones.
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Fuente: Público